“Un mundo feliz”, novela publicada en 1932 por la editorial Chatto & Windus, fue escrita por el novelista británico Aldous Huxley con el título original “Brave New World”. Traducida al español por Ramón Hernández, forma parte del catálogo de la editorial Penguin Random House desde 1969 y, desde el año 2014, del sello DeBolsillo de dicha editorial.
“Un mundo feliz” es considerada una de las grandes novelas distópicas del siglo XX, junto a “1984” de George Orwell y “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury. Aldous Huxley fue un escritor que dejó un gran legado a sus espaldas; novelas, cuentos, poesía y literatura de viajes, además de ensayos y guiones para Hollywood. “La isla”, “Contrapunto”, “El genio y la diosa” o “Las puertas de la percepción” son algunos de sus escritos más notables.

“Un mundo feliz” es una distopía que muestra una sociedad en la que sus individuos son concebidos en laboratorios y cuyos embriones se desarrollan en frascos, que desarticula el concepto de familia y su labor educativa, sustituida por el Estado, que estratifica a la población en castas cerradas predeterminadas, que condiciona el pensamiento de sus niños durante el sueño y que, a cambio de una felicidad utópica, ha renunciado a la libertad de pensamiento. La felicidad se expresa como el opuesto a la verdad científica; la verdad como amenaza y la ciencia como peligro. Pero sin ciencia no habría sido posible el crecimiento de individuos en frascos ni tampoco el equilibrio social.
Ambientada en Londres en una nueva era que comenzó con la introducción del primer modelo T de Ford, “Un mundo feliz” muestra una sociedad promiscua, orientada al consumo, con escasa tolerancia a la frustración, en la que los sentimientos negativos han sido eliminados, el envejecimiento no existe y la muerte no es motivo de tristeza, y en la que el soma, una droga “perfecta” consumida de forma abierta por la población, garantiza la estabilidad social. Un mundo aparentemente libre en el que impera una censura que se hace patente con la eliminación del pasado y la destrucción de museos y monumentos históricos, y en el que existen libros prohibidos.
Bernard Marx y Lenina Crowne, los personajes que llevarán el peso del relato, funcionan como los polos opuestos de esta mórbida sociedad; Lenina es el ejemplo del triunfo del aleccionamiento social, cumplidora de los preceptos que proclama el nuevo orden mundial. Por su parte, Bernard es un ejemplo de insubordinación, un crítico de las normas sociales que se muestra como un individuo solitario e inadaptado, aunque su heterodoxia acabe correspondiendo a razones individuales.
La existencia de una reserva en Nuevo México, separada del resto del mundo por una valla electrificada, refleja la vida que una vez existió, ajena al condicionamiento y en la que aún permanece el concepto de familia. Con un viaje de Bernard y Lenina se pondrá de manifiesto un hecho extraordinario acontecido en este espacio, y un nuevo personaje entrará en escena; una confluencia del antiguo mundo y del nuevo, que de nuevo cuestionará los principios sociales del mundo feliz.
Leer “Un mundo feliz” es comprender un poco más a nuestro tiempo. Es sorprendente reflexionar acerca de la facilidad con la que pueden producirse los cambios y la viabilidad de su aceptación. Y asusta encontrar, en las novelas distópicas clásicas, posibles paralelismos con la realidad que vivimos. Una novela corta para leer despacio y asimilar en toda su intensidad.
“Sí, “hoy día todo el mundo es feliz”. Eso es lo que ya les decimos a los niños de cinco años. Pero ¿no te gustaría tener la libertad de ser feliz… de otra manera? A tu modo, por ejemplo; no a la manera de todos”.
Puntuación 3,5 / 5
