“El cuento de la criada”, de título original “The Handmaid’s Tale”, es la sexta novela de la profesora y escritora canadiense Margaret Atwood. Escrita en inglés y publicada en 1985 por la editorial McClelland & Stewart, ha sido reconocida, entre otros galardones, con el Premio Arthur C. Clarke en 1985. Fue traducida por Elsa Mateo Blanco y publicada en España en 2017 por la Editorial Salamandra. Capaz de diluir el tiempo y el espacio de la literatura, ha sido llevada al cine, la radio y la televisión, y se ha introducido en el mundo de las artes escénicas con adaptaciones para el teatro y la ópera.
Margaret Atwood, ávida lectora desde una edad temprana, comenzó su carrera literaria como autora de poesías y relatos, y además de novelas ha escrito guiones para la televisión. Su nombre ha sonado como candidato al Premio Nobel de Literatura y su reconocimiento a nivel nacional e internacional es identificable en su novela “El cuento de la criada”, que nos ha dado la oportunidad de acceder a la traducción de otras de sus obras como la inquietante trilogía de “MaddAddam”.
“El cuento de la criada” es una historia perturbadora y de tintes orwellianos; una distopía que es testigo de una sociedad azotada por una guerra biológica y en la que de forma repentina se impone una nueva forma de gobierno militarizado basado en el fanatismo religioso.
La trama de la novela se desarrolla en la ficticia República de Gilead, donde una protagonista de identidad desconocida y cuyo nombre ha sido sustituido por el de Defred, ha adquirido el rol de Criada. Su razón de ser es la de conseguir un embarazo que albergue una vida viable, tan codiciada en un momento en el que la población se ha visto reducida por las consecuencias de la guerra y del estallido de centrales nucleares que contaminaron el agua y el ambiente, diezmando la capacidad reproductiva de la población. El cuerpo de la mujer es entendido como un medio para conseguir un fin; úteros aislados del concepto integral del ser humano envueltos por una carcasa corporal que los sustenta.
Un relato inconexo y desordenado en el que los significantes pierden su significado, narrado en primera persona bajo una voz que ha perdido su nombre, con descripciones que van de lo específico a lo general y que hacen que el lector se sienta desorientado como si, al igual que su protagonista, llevara puesto un velo ante los ojos que sólo le permitiera ver los pequeños detalles de un todo parcheado que apenas se deja intuir; la oscuridad de un gobierno totalitario frente a la luz de una teórica resistencia en forma de asociación clandestina.
Una novela con personajes impersonales, hombres vestidos de negro, los Comandantes, y mujeres vestidas con colores que segregan y determinan su ser, como si su propia individualidad no importase y sólo fueran las piezas tácticas de un juego que esconde una estrategia de mayor magnitud; el rojo de las Criadas, el verde de las Marthas y el azul de las Esposas.
“El cuento de la criada” es la reconstrucción de unos hechos de los que Defred trata de dejar constancia contando a un oyente indeterminado en el tiempo un cuento que está sucediendo, como si al adquirir esa forma le otorgara la posibilidad de escapar de sus páginas. Es la narración la que crea al lector y no al contrario; el cuento existe porque existe quien lo lea, un destinatario sin nombre igual de anónimo que su escritora.
“El cuento de la criada” ha sido una lectura impactante que esconde una historia con un sentido más amplio que no descubriremos hasta las páginas finales, y que otorga a la novela su mayor atractivo. Un libro que transmite la perversidad y el sufrimiento que puede causar el ser humano, pero que deja una puerta abierta a la esperanza.
“Cae la noche. O ha caído. ¿Por qué la noche cae, en lugar de levantarse, como el amanecer? Porque si uno mira al este, hacia el ocaso, ve que la noche no cae sino que se levanta; la oscuridad se eleva en el cielo, desde el horizonte, como un sol negro detrás de un manto de nubes. Como el humo de un incendio invisible, una línea de fuego justo por debajo del horizonte, una pincelada de fuego o una ciudad en llamas. Tal vez la noche cae porque es pesada, una gruesa cortina echada sobre los ojos. Un manto de lana. Me gustaría ver en la oscuridad mejor de lo que veo”.
Puntuación 4,5/5